En Ámsterdam se realiza la convención mundial de productores comerciales de cerveza, a la que asisten los presidentes de las más prestigiosas compañías cerveceras del mundo.
Concluída la convención, todos los presidentes se reúnen a festejar el éxito del evento, para lo cual se encuentran en la cafetería del hotel donde ha tenido lugar la celebración.
Una vez allí, no consiguen ponerse de acuerdo en qué pedir.
Para romper el hielo, el presidente de Budweiser llama a la camarera más cercana y le dice:
- "Una Budweiser, por favor".
Llega el turno entonces del presidente de Heineken, quien dice:
- "Para mí, una Heineken, si fuera tan amable".
A continuación, pide el presidente de Miller:
- "Me gustaría tomar una Miller".
Y el de Coronita:
- "Tráigame una Coronita".
Y el de Guinness:
- "¿Me pone una Guinness?".
Y así siguieron todos los presidentes de las compañías, pidiendo la cerveza que ellos mismos producían.
El último en pedir fue un director de la mundialmente famosa cerveza QUILMES
- "Quisiera una Coca-Cola, por favor".
Sorprendidos, los demás presidentes le preguntan el porqué de tan
extraña decisión, a lo que responde:
- "Si ustedes no van a tomar cerveza... yo tampoco"
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