miércoles, 22 de junio de 2011

Bolas ajenas

Un muchacho estaba recostado en la cama junto a su nueva pareja.
Después de haber tenido su primera e intensa sesión de sexo, ella se pasó largas horas acariciándole los testículos, lo que parecía disfrutar enormemente.

Él en un éxtasis total, se entregaba a las caricias con mansedumbre.
Con una chispa de placer que se asomaba lujuriosamente a la comisura de los labios, le preguntó a la chica tímidamente:
- ¿Por qué te gusta tanto acariciar mis testículos?
Y ella con voz tierna y consternada le respondió:

- Porque extraño los míos...

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